
Sobre Ramon Mañé
Al iniciar nuestra actividad como despacho de abogados tuvimos que hacer una elección que marcaría nuestro camino para siempre. ¿Qué deseábamos?
¿Tener una gran cantidad de clientes a los que asesorar “en cadena”
o tener menos clientes y que estos tuvieran una gran calidad en el trato y asesoría jurídica?
¿tratar “en cadena” o tratar a la persona?
Nuestra elección personal ha sido la de tratar al cliente de forma personal y con un trato totalmente individualizado, lo que en la práctica supone tener menos clientes en cuanto a volumen o cantidad, pero en cambio supone el ofrecer una gran calidad en el servicio que el cliente recibe.
Para nosotros lo más importante es poder asesorar al cliente de la forma más adecuada, primando la calidad a la cantidad de clientes.
Usando la comparativa empleada en medicina, en la que se dice que no hay enfermedades sino enfermos, nosotros creemos firmemente en que no hay casos/expedientes sino personas, y así lo vivimos.
Este es un despacho con vocación de éxito, servicio y entrega al cliente.
Para nosotros el máximo éxito es la satisfacción de nuestro cliente y ver que vuelve a nosotros nuevamente o que vienen personas y empresas recomendadas por nuestros clientes.
Esa es la verdadera satisfacción de la profesión.
En este despacho se apuesta por la calidad y la excelencia profesional al servicio del cliente.
Se ofrece un servicio de asesoramiento jurídico personalizado multidisciplinar en el que el cliente es asesorado de forma altamente eficiente y se siente acompañado durante todo el camino.
Todo el conocimiento se encuentra a disposición del cliente. En nuestro despacho nos renovamos constantemente y estamos en continua formación para poderle ofrecer al cliente las mejores soluciones para su caso concreto y especial.
Nuestro lema es “Danos tú problema y nosotros te daremos la solución”. Así de simple.
Nuestro Patrón
El Despacho tiene por patrón al Arcángel San Miguel, el máximo defensor de la Justicia, cuya festividad se celebra el 29 de septiembre de cada año; al que nos encomendamos y pedimos su guía y protección para todo el año.